Tras la derrota de Boca por 2-0 ante Belgrano de Córdoba, se terminó de oficializar algo que ya se veía venir: la renuncia de Diego Martínez. Quiero comenzar por esto, porque me parece que era la decisión más lógica y sensata, una que quizás debió haberse tomado antes.
Valoro la actitud de Martínez al sentarse en la conferencia de prensa y reconocer que su ciclo había terminado. Boca jugó un partido que dejaba claro que su etapa estaba cumplida. El equipo no mostró actitud ni rebeldía, algo fundamental en un club tan grande como Boca. Lo más preocupante no es solo que Boca juegue mal, sino que ya ni siquiera se esfuerza. Belgrano no solo fue mejor en el juego y en lo táctico, sino también en actitud, y eso es lo que más me duele.
El equipo parece haber olvidado lo que significa defender la camiseta de Boca. No es la camiseta la que gana o pierde partidos, son los jugadores, y hoy en Boca faltan muchas cosas, pero sobre todo actitud y calidad, algo imperdonable en un club como este. Hay errores constantes, como el penal de Figal, que demuestran que el equipo no está enfocado ni bien preparado.
Si Boca no perdió por goleada fue gracias a Leandro Brey, el arquero, quien evitó que el resultado fuera aún peor. Sin él, tranquilamente podríamos haber perdido 3 o 4 a 0. Este partido es solo un ejemplo más de lo mal que está el equipo.
No quiero cargar solo contra el técnico, porque los jugadores también tienen su responsabilidad. Sin embargo, quienes deben asumir el mayor peso de este mal momento son el Consejo de Fútbol y el Presidente Riquelme.
Ellos son los que toman las decisiones clave, tanto en la contratación de entrenadores como en la selección de jugadores.
Boca está en el peor momento en muchos años, sin técnico, sin jerarquía en el plantel y con decisiones incomprensibles por parte de la directiva. Si no se hacen cambios drásticos, este equipo seguirá cayendo más y más. Necesitamos autocrítica y una planificación seria para salir de esta crisis, y eso empieza con el Presidente Riquelme tomando decisiones correctas. Es hora de que haga un cambio, porque así como estamos, no hay destino claro.