Boca vivió una de sus peores tardes en el Superclásico, cayendo 1-0 ante River en una Bombonera que fue testigo del dominio visitante. El equipo de Diego Martínez, superado por un River plagado de suplentes, mostró no solo un fútbol ineficaz, sino una alarmante falta de actitud, algo que sus hinchas no dejaron pasar.
Desde el inicio, River impuso las condiciones del juego. En lugar de la habitual presión inicial del equipo local, fue el conjunto de Núñez quien manejó la pelota y los tiempos del partido. Boca, en cambio, fue un equipo apático, sin ideas claras y que, a pesar de jugar en casa, jamás encontró los caminos para inquietar seriamente al arquero visitante. Apenas un remate de Advíncula al travesaño y el polémico gol anulado de Milton Jiménez fueron las pocas ocasiones destacadas.
El mal desenpeño apunta al cuerpo técnico y a la dirigencia. Diego Martínez, incapaz de motivar y plantear un partido competitivo, está bajo la lupa. Las decisiones tácticas fueron inexplicables, como el cambio de defensores cuando Boca necesitaba ir en busca del empate. Su ciclo parece agotado, y la continuidad del técnico pende de un hilo tras otra deslucida actuación.
La dirigencia, encabezada por Juan Román Riquelme, tampoco escapa de las críticas. Los refuerzos no han estado a la altura de la historia de Boca, y la gestión deportiva está siendo cuestionada.
Boca apuesta por jugadores que no logran marcar la diferencia.
El incidente protagonizado por el arquero Chiquito Romero, que intentó enfrentarse con un hincha tras recibir críticas desde la tribuna, simboliza el desconcierto que atraviesa el club. La falta de conexión entre el equipo y los hinchas ha llegado a un punto crítico.
El golpe ante River deja a Boca no solo fuera de la lucha por el campeonato, sino también en medio de una crisis deportiva y de identidad. Los próximos días serán cruciales para determinar si habrá cambios en la conducción del equipo, pero lo cierto es que la imagen de Boca está en su peor momento, y el club parece estar buscando respuestas que aún no llegan.
Carlos Manso