COMO ADOLESCENTES

Promediaba el segundo tiempo, el equipo de Almirón jugaba cómodamente en el estadio Hernán Ramírez Villegas, sin sobresaltos ni preocupaciones. El empate lo dejaba prácticamente muy cerca de la clasificación a octavos.

Por su parte, el local, el Deportivo Pereira ya había bajado la intensidad inicial, también se había resignado a sumar un punto, no perder, y así llegar a Chile en la última fecha para jugarse la clasificación contra Colo-Colo, el rival directo.

El partido era hasta aburrido. Pero, en una jugada intrascendente en el costado derecho a metros de la mitad de la cancha, primero hay falta a Advíncula, y luego otra falta a Weigandt. Y de forma inentendible e innecesaria empezó la reacción en cadena, jugadores de Boca y Pereira que se trenzaron discusiones sin sentido, empujones van, empujones vienen, provocaciones, bravuconadas, a un costado Benedetto gesticulándose con el técnico local quien también fue participe. La resultante inmediata fue un show de tarjetas amarillas para cada lado. Pero este fue el quiebre del partido, porque a partir de allí todo cambió.

Y cambió para Boca, porque los jugadores se desenfocaron y empezaron a equivocarse una vez tras otra vez. Y cambió para el Pereira porque con cada equivocación el público local se encendió y el equipo se motivó.

Chiquito Romero con su penal atajado había arreglado un macanón de Figal, pero en la jugada siguiente, otra vez los jugadores xeneizes se distrajeron. Primero, discutiendo con el arbitro porque hizo un gesto de estar en conversación con el VAR para hacer ejecutar el penal nuevamente, y luego prestándole mas atención a lo que sucedía afuera del campo de juego que adentro. Y esta distracción se pagó muy cara, porque los colombianos jugaron rápido y lograron el gol que sentenció el partido.

Sabemos que los roces suceden habitualmente en el futbol que es un deporte con fricción, son parte del juego, pero no pueden ser el detonante de una bomba emocional que desemboque en un tumulto de riñas con el rival. Personalmente no llego a comprender el porque suceden. En los adolescente dicen que se debe a la búsqueda de mostrar carácter propio e identidad.

Pero, cada vez que Boca Juniors entró en este tipo de altercados, que a mi entender ya son demasiadas veces, se auto-boicoteó. El saldo negativo fue la sumatoria de expulsados, sancionados y puntos perdidos. Positivo nada. Hoy volvió a suceder y Jorge Almirón lo reconoció en la conferencia de prensa.

“Aprovecharon ese momento de distracción en una de las poquitas que tuvieron, después nos descontrolamos y eso es algo que tenemos que mejorar”

Será su trabajo hacer que el equipo logre llegar a la madurez.

Gustavo Pereyra @gopereyra