Desde la reanudación del fútbol luego del parate por la pandemia, el andar futbolístico de Boca dejó de ser aquel que en Marzo lo llevó arrebatarle en la última fecha la corona a River tras un raid de victorias consecutivas. Nunca pudo reemplazar la salida de Pol Fernández, y aquella solidez defensiva se ha convertido en un recuerdo.
Podríamos hacer foco en los errores repetitivos de varios jugadores con pocos méritos para estar en Boca, pero ¿se resuelve solamente con cambios de nombres?. Han jugado mal unos y otros.
Lo cierto es que Miguel Russo no le ha encontrado la vuelta a un sector del campo que se ha convertido en un verdadero talón de Aquiles, la mitad de la cancha.
Con esta estructura de juego de doble 5, muchas veces improvisada, y con cuatro delanteros con poco compromiso para la marca, el equipo ha quedado partido y en inferioridad numérica cuando no tiene posesión de la pelota. La receta para los técnicos rivales es clara, atacar con mas jugadores que con los que Boca defiende, y cuando el xeneize tiene la pelota presionar para achicar espacios cortando los circuitos de juego haciéndolo un equipo largo, lento y previsible.
Para corregir el problema el técnico deberá poner un volante mas de marca, y esta se presenta como una de las decisiones, sacar a uno de los 4 de ataque y que Tevez juegue de 9, o mantener a Carlitos detrás del 9 y cambiar el sistema de juego a una linea defensiva de 3.
Tal vez este sea uno de los caminos, pero Russo deberá encontrar una rápida salida del laberinto en el que está encerrado, poniendo por encima de los nombres, de un plantel limitado, un esquema que le de una identidad de juego.
Son momentos, son decisiones.
Gustavo Pereyra @gopereyra